La banda de música anuncia la salida del Cristo de la Agonía. Muy lentamente avanza el paso para solventar el portón de la Iglesia de Las Úrsulas. El jefe de paso, guía con maestría a los cofrades de carga. La imagen baila al son de la música. Con tan solo una mirada, se puede apreciar el esfuerzo que hay tras ella. Van avanzando y, en una voz unísona gritan “¡viva el Cristo de la Agonía!”.
Mucha fe a de ser la que procesan a su Cristo, para qué esa carga tan pesada que portan, se trasforme en pasión. Puedo apreciar como algunos llevan desnudos sus pies que rozan con el frío suelo a cada paso que dan. Cientos de personas se aglutinan para presenciar el transcurrir de todos los cofrades de la Hermandad. Procesan despacio y de forma ordenada por las calles salmantinas. El aroma a incienso es constante e intenso. Solo asoman unos ojos tras el capirote, pero no hace falta ver nada más para ver el orgullo y satisfacción que sienten. Y no es para menos, pues forman parte de una gran hermandad que, inunda toda la ciudad charra de emociones. No tengo ninguna duda, que cada hermano cofrade, va llenando de pasión cada rincón de nuestra tierra, como cada año en semana Santa.
Autor: Jacinto Benito Martín.©©.
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