No tenía más remedio que ganarse la vida para comer, aun cuando solo fuera por un trozo de pan. No obstante no le quedaba otra alternativa, si quería conseguir unas cuantas moneditas. Al final tenía que ser así y, debía de ponerse su pañuelo a la cabeza, cesta en mano y salir a patear las calles de su preciosa ciudad. Porque ella lo tenía muy claro, que el jornal nadie se lo iba a regalar. Esta hermosa muchacha, de nombre Jacinta, estaba dispuesta a ponerse el mundo por montera y ganarse la confianza de cualquier lector que pasase junto a ella. Por ganas no iba ser, guapura a raudales no iba a faltar. Solo le quedaba que la suerte le acompañara, y las ventas aumentaran.
miércoles, 14 de abril de 2021
Zalamera
viernes, 2 de abril de 2021
Pasión de jueves Santo
La banda de música anuncia la salida del Cristo de la Agonía. Muy lentamente avanza el paso para solventar el portón de la Iglesia de Las Úrsulas. El jefe de paso, guía con maestría a los cofrades de carga. La imagen baila al son de la música. Con tan solo una mirada, se puede apreciar el esfuerzo que hay tras ella. Van avanzando y, en una voz unísona gritan “¡viva el Cristo de la Agonía!”.
Mucha fe a de ser la que procesan a su Cristo, para qué esa carga tan pesada que portan, se trasforme en pasión. Puedo apreciar como algunos llevan desnudos sus pies que rozan con el frío suelo a cada paso que dan. Cientos de personas se aglutinan para presenciar el transcurrir de todos los cofrades de la Hermandad. Procesan despacio y de forma ordenada por las calles salmantinas. El aroma a incienso es constante e intenso. Solo asoman unos ojos tras el capirote, pero no hace falta ver nada más para ver el orgullo y satisfacción que sienten. Y no es para menos, pues forman parte de una gran hermandad que, inunda toda la ciudad charra de emociones. No tengo ninguna duda, que cada hermano cofrade, va llenando de pasión cada rincón de nuestra tierra, como cada año en semana Santa.
Autor: Jacinto Benito Martín.©©.
La mejor escuela; la vida
Con aquel último esfuerzo,
lo logré y realicé un sueño.
Con aquel último esfuerzo,
comprendí todo su sacrificio.
Dio significado a cada palabra,
que con su amor me transmitía.
Dio significado a cada sílaba,
que constantemente repetía,
y sin embargo yo no escuchaba.
Cuántos disgustos sufrió,
pero ella nunca me reprochó.
Cuántas veces la criticaba,
pero ella más amor me dio.
Ignorante de mí, que no lo veía.
Pero cuando sentí a mi niño,
la comprendí de inmediato.
La gran mujer que siempre fue,
y como madre es insuperable.
Jacinto Benito Martín ©©